Hay grandes indicios y alguna prueba razonable, de que Colón, cuando elaboró su plan descubridor, sabía más de lo que decía.
Tal convencimiento, que se extendió ya desde el principio entre los primeros pobladores y cronistas, se corresponde con el llamado 'predescubrimiento de América'. Parece que, entre los años 1477 y 1482, en que Colón no dejó de realizar frecuentes viajes a las islas Madeira, Azores y Canarias, le sucedió algo trascendental, que él califica de 'milagro evidentísimo'.
Ese algo trascendental, repentino y milagroso que le sucedió a Colón en cualquier momento de estos años fue que alguien, con conocimiento de lo que decía, le informó de la existencia de unas tierras al otro lado del océano Atlántico. Tal información aportaba detalles bastante ajustados sobre algunas islas y sus naturales, sobre ciertos parajes y, especialmente, acerca de las distancias. Ese alguien fue, según unos, un piloto portugués o castellano si se sigue la conocida como 'leyenda del piloto anónimo' que al regresar de Guinea se vio impulsado por alguna tormenta hasta las Antillas. Tras un tiempo allí, regresó, se encontró con Colón, le informó y murió.
La información colombina procedería de algún grupo indígena que en un desplazamiento por las Antillas se vio obligado a desviarse océano adentro hasta encontrarse con Colón. Ambas teorías coinciden en señalar que tal encuentro debió producirse a bastantes leguas al oeste de las Canarias, Azores o Madeira, en una zona que por aquel entonces frecuentaba. Cristóbal Colón se sintió elegido para descubrir aquellas tierras, y, a partir de ahí, comenzó a elaborar su proyecto, sabiendo que la mayor dificultad que iba a tener era cómo articularlo teóricamente para defenderlo ante los mayores expertos del momento: portugueses y castellanos.
La información colombina procedería de algún grupo indígena que en un desplazamiento por las Antillas se vio obligado a desviarse océano adentro hasta encontrarse con Colón. Ambas teorías coinciden en señalar que tal encuentro debió producirse a bastantes leguas al oeste de las Canarias, Azores o Madeira, en una zona que por aquel entonces frecuentaba. Cristóbal Colón se sintió elegido para descubrir aquellas tierras, y, a partir de ahí, comenzó a elaborar su proyecto, sabiendo que la mayor dificultad que iba a tener era cómo articularlo teóricamente para defenderlo ante los mayores expertos del momento: portugueses y castellanos.